El hornero, también llamado casero, caserito o alonsito, es un ave que se ha adaptado a la más extensa variedad de ambientes en Brasil, Paraguay, Bolivia, Uruguay y Argentina; país éste donde vive en un extenso hábitat, desde Jujuy hasta Chubut. Se lo puede ver anidar tanto en un árbol, como en un poste de luz o en los techos de una vivienda. En la provincia de Jujuy se lo encuentra en todo el territorio salvo la Puna.
      El hornero mide unos entre  18 y 21 centímetros de largo, su dorso es de color pardo, con la garganta blanquecina, pecho pardo claro, vientre blancuzco y cola rojiza. Las alas son cortas y redondeadas con una banda canela poco visible.
      El característico nido de barro que da nombre a este pájaro es construido en conjunto por la pareja durante un lapso de unos siete días (ver secuencia fotográfica). Además del barro, el material es amalgamado mediante el uso de pelos, raíces y excrementos. El hornero utiliza solamente el pico para realizar las tareas de recolección de materiales y construcción del nido, llegando éste a pesar, una vez terminado, alrededor de cinco kilos y alcanzando una dureza considerable, lo que muchas veces permite a los hombres utilizarlo como adorno. La forma externa es redondeada, por lo que recuerda a la apariencia de un horno de barro. Siempre a la derecha se encuentra la entrada, que da paso a una antecámara desde la que se accede al “dormitorio”, donde la hembra deposita entre dos y seis huevos que son incubados por ambos durante un periodo de alrededor de dos semanas. Mientras uno de ellos sale en busca de alimento el otro brinda calor a los huevos. Cuando el que está fuera regresa con la comida, canta para avisar al que está dentro y de esa manera se produce el relevo, ya que en la “habitación” sólo hay lugar para uno. Los pichones nacen desnudos, ciegos e indefensos. Permanecen más de sesenta días al cuidado de sus padres, los que se ocupan tanto de la alimentación como de las lecciones de vuelo. Muchas veces, al abandonar el nido, los hijos se quedan en proximidades de éste, desarrollando su vida adulta en la misma zona en la que nacieron.
      Otros rasgos dignos de mención son por ejemplo que durante el cortejo, y a veces durante todo el año, la pareja de horneros, monógama, canta a dúo una misma melodía con distintas notas. Son pájaros amigables, que no se intimidan ante la presencia de humanos. Realizan generalmente vuelos cortos, sobre todo alrededor del nido, en busca de materiales de construcción o comida para los pichones. Es raro que se alejen y muchas veces se los puede ver desplazándose mediante saltitos en el suelo de las cercanías de su “casa”. Comen principalmente insectos como hormigas, mariposas, moscas, mosquitos, diferentes larvas, langostas y escarabajos, por lo que son apreciados en los ambientes rurales para la disminución de insectos que perjudican los cultivos. No desprecian tampoco las semillas, los brotes tiernos, las arañas y las bayas. En 1928 el hornero fue declarado ave nacional de la República Argentina.