El guanaco (Lama guanicoe) es un camélido rumiante. Su nombre proviene del quechua wanaku. A diferencia de la alpaca y de la llama, y al igual que la vicuña, vive únicamente en estado salvaje. Los cuatro conforman la totalidad de los camélidos sudamericanos, llamados auquénidos, que habitan en la zona de los Andes centrales y meridionales.
El guanaco se encuentra en las montañas y altiplanos de Argentina, Bolivia, Chile, Perú, y en Paraguay; además de una extensa población en la Patagonia argentina. En Jujuy se localiza principalmente en la Puna y en las zonas altas de la Quebrada de Humahuaca. Un macho adulto puede alcanzar el metro treinta a la altura de la cruz. El cuerpo está protegido por un pelo largo y suave, de color marrón claro, salvo la zona ventral, que está recubierta de pelos blancos. La cabeza del guanaco es muy pequeña en comparación con la de la llama. Tiene orejas puntiagudas y patas delgadas y largas. Es un buen nadador, capaz de cruzar de una isla a otra en lugares como Tierra de Fuego. También es muy veloz en tierra, aunque es víctima a menudo de sus predadores, especialmente el hombre, por causa de su gran curiosidad.
Todos los camélidos evolucionaron originariamente en América del Norte y, al conectarse ésta con América del Sur en el periodo mioceno, algunos grupos pasaron a ésta última y evolucionaron hasta las actuales especies de camélidos sudamericanos: llama, guanaco, vicuña y alpaca. También desde Norteamérica hacia el continente asiático migraron por la franja de tierra que había en el actual estrecho de Bering, originándose entonces los camélidos de Asia. Los que quedaron en Norteamérica terminaron por extinguirse.
El ser humano utiliza del guanaco la lana, la carne y los excrementos, que son utilizados como combustible.