Los apatamas, atacamas o atacameños tuvieron una lengua propia, ya extinta,
llamada cunza, de la que poco se sabe, pues obviamente no se dispone de diccionarios
ni de gramáticas. Tampoco existen textos completos en esta lengua. Los
pocos datos que se tienen derivan de la toponimia y de algunos glosarios que se
elaboraron en Chile en base al cunza que aún tiene (o tuvo hasta hace unos
años) un acotado espectro de usuarios. Principalmente, se cuenta con la
recopilación de Francisco J. de San Román (1890).
La fonética del cunza parece relativamente simple: carece de las oclusivas
sonoras b, d y g. En cuanto a la morfología sabemos que el genitivo iba
siempre antepuesto. El sistema de numeración, típicamente andino,
era decimal.
Algunos vocablos cunza han pasado a la toponimia. Merecen citarse por ejemplo
los de agua (puri), mujer (lickau), rojo (lari), grande (chupur), mano (suy-i),
amarillo (kala), alojamiento (hara), roca (chatu), plata (leber). En Jujuy, los
topónimos de origen cunza de la zona atacameña son por ejemplo Sey,
Turilari, Lever, Cauchari, Arizaro, Catua, Susques.
Aparentemente el mismo vocablo cunza para denominar la lengua deriva de una expresión
atacameña: cunza significaría nuestro. Se sugiere que, cuando los
primeros españoles preguntaron a los nativos sobre su idioma, ellos respondieron:
cunza (= nuestro).
Se han encontrado también constantes patronímicas entre pobladores
de la zona de Casabindo, Humahuaca y la Atacama Chilena, lo que vendría
a marcar las relaciones de estas zonas con la de habla cunza. Algunos apellidos:
Cata, Cata-Cata, Cachisumba, Tinti, Tolay, Socomba.