Nació en San Lúcar de Barrameda, España, el 4 de julio de 1794 y falleció en Madrid el 13 de agosto de 1856.
      A los 18 años ingresó como cadete en el Colegio Militar de San Fernando en la Isla de León, provincia de Cádiz, egresando tres años después como Subteniente de Infantería, siendo su destino inmediato el Batallón de Gerona con el que se embarca rumbo a América para incorporarse al Ejército Real de Perú, con el que en 1816, bajo las órdenes del general José De la Serna, comenzó a participar de las acciones contra los rebeldes del Virreinato del Río de La Plata -ya convertido en las Provincias Unidas del Río de La Plata- peleando por la recuperación de la ciudad de Tarija, el sitio de San Salvador de Jujuy en diciembre de 1816 y en mayo de 1817 en Salta. Posteriormente su batallón volvió a Tarija para perseguir a los guerrilleros del Alto Perú que rechazaban el dominio español. Posteriormente, con la conducción del general Juan Ramírez Orozco, volvió a los distintos frentes de Jujuy y Salta. Corriendo ya 1920 su unidad fue enviada a Potosí y Cuzco, participando en la campaña contra el general José de San Martín en Arica. Seguidamente fue designado Comandante Militar en la ciudad de Puno, entre el Alto y Bajo Perú, donde, después de la Batalla de Ayacucho en 1824, quedó como gobernador de la provincia. En estas instancias, Fascio, ya imbuido de la justicia de los reclamos independentistas -fenómeno que en la región fue compartido progresivamente por muchos oficiales y civiles realistas- dejó en libertad a todos los prisioneros de los ejércitos criollos y entregó el mando al general Rudesindo Alvarado, incorporándose a las tropas que lideraba el general Antonio José de Sucre, siéndole reconocido su grado militar.
      En noviembre de 1925 se radicó en Jujuy, contrayendo matrimonio con Trinidad Alvarado, con quien tuvo cinco hijos.
      Entre 1826 y 1834 fue Defensor de Pobres y Ausentes de la Municipalidad, Juez de Primera Instancia y Alcalde de Primer Voto del Cabildo de Jujuy, estando vinculado al sector local que encabezaba el general José Ignacio Gorriti, que trataba de moderar y encontrar puntos en común entre federales y unitarios que pugnaban por el poder en la ya llamada República Argentina.
Después del triunfo federal de 1831 el gobernador salteño Pablo Latorre lo designó Teniente Gobernador de la Ciudad de Jujuy y su zona de influencia, cargo en el que se desempeñó rodeado de políticos de distintas tendencias pero que coincidían en que Jujuy debía constituirse en provincia, tal como lo proponía el general Gorriti desde 1811, y así fue que en noviembre de 1834, se reunió una suerte de cabildo abierto que reclamó la Autonomía Provincial, aprovechando el estado de conflicto permanente entre las gobernaciones de Salta y Tucumán. Luego de otras escaramuzas entre las tropas  tucumanas -que apoyaban la independencia de Jujuy- y salteñas, y de la Batalla de Castañares, donde las tropas locales fueron comandadas por el propio Fascio, fue aceptada la nueva situación y en diciembre del mismo año, José Antonio Fernández Cornejo reconoció la autonomía jujeña en una tratado firmado con Fascio, quien renunció a su cargo en 1935, amenazado por la crisis, cada vez más grave, que se producía entre unitarios y federales, tema que hizo asimismo que en 1936 decidiera volver a España, adonde se trasladó solo, sin su familia.
      España, inmersa en un contexto político muy distinto al de los años de su juventud reconoció a Fascio su grado militar y le pagó los sueldos de todos los años en que sirvió a su ejército.
      En 1850 falleció la primera esposa de José María Fascio, a la que nunca volvió a ver al igual que a sus hijos jujeños. Se volvió a casar con la española Teresa Celis Garnica, con la que no tuvo descendencia.